- Lugar: Cova da Iria.
- Fecha: 13 de Mayo de 1917
«– ¡No tengáis miedo! ¡Yo no os voy a hacer daño!
– ¿De dónde es usted? – le pregunté.
– Soy del Cielo.
– ¿Y qué quiere usted de mi?
– Vine a pediros que vengáis aquí, seis meses seguidos, el día 13 a esta misma hora. Después diré quién soy y lo que quiero. Después volveré aquí una séptima vez.
[– ¿Usted sabe si la guerra aún durará mucho tiempo o se acabará en breve?
– No te lo puedo decir aún, mientras no te diga también lo que quiero.]– ¿Y yo también voy a ir al Cielo?
– Sí, irás.
– ¿Y Jacinta?
– También.
– ¿Y Francisco?
– También, pero tiene que rezar muchos rosarios.
[…]– ¿Y Maria das Neves ya está en el Cielo?
– Sí, está.
– ¿Y Amélia?
– Estará en el purgatorio hasta el fin del mundo.
[…]– ¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él os quiera enviar, en acto de reparación por los pecados con que Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?
– ¡Sí, queremos!
– Vais, pues, a tener que sufrir mucho, pero la gracia de Dios será vuestro consuelo.
Fue al pronunciar estas últimas palabras (la gracia de Dios, etc.) cuando abrió por primera vez las manos, comunicándonos una luz tan intensa, que expedía de ellas como un gran reflejo, que penetrándonos en el pecho y en lo más íntimo del alma, nos hacía ver a nosotros mismos en Dios, que era esa luz, más claramente de lo que nos vemos en el mejor de los espejos. Entonces por un impulso íntimo también comunicado, caímos de rodillas y repetíamos íntimamente:
– ¡Oh Santísima Trinidad, yo te adoro. Dios mío, Dios mío, yo te amo en el Santísimo Sacramento!
Pasados los primeros momentos, Nuestra Señora agregó:
– Recen el Rosario todos los días, para alcanzar la paz para el mundo y el fin de la guerra.»
Memórias da Irmã Lúcia I. 14.ª ed. Fátima: Secretariado dos Pastorinhos, 2010, p. 172-173 (IV Memória); a secção entre parênteses retos pertence ao interrogatório do pároco aos videntes, em 27 de maio de 1917, em Documentação Crítica de Fátima, vol. I. Fátima: Santuário de Fátima, 1992, p. 9.
- Lugar: Cova da Iria,
- Fecha: 13 de Junio de 1917
- Personas presentes: 50 a 60 personas
«– ¿Usted qué quiere de mí? – pregunté.
– Quiero que vengáis aquí el día 13 del mes que viene, que recéis el rosario y que aprendáis a leer. Después diré lo que quiero.
Pedí la cura para un enfermo.
– Si se convierte, se curará durante el año.
– Quería pedirle que nos llevara para el Cielo.
– Sí; a Jacinta y Francisco me los llevo en breve. Pero tú te quedarás aquí algún tiempo más. Jesús quiere servirse de ti para hacerme conocer y amar. Él quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. [A quien la abrace, promete la salvación; y serán queridas de Dios estas almas, como flores puestas por Mí adornando su Trono].
– ¿Quedo aquí solita? – pregunté, con pena.
– No, hija. ¿Y tú sufres mucho? No desanimes. Yo nunca te dejaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios.
Fue en el momento en el que dijo estas últimas palabras cuando abrió las manos y nos comunicó, por segunda vez, el reflejo de esa luz inmensa. En ella nos veíamos como sumergidos en Dios. Jacinta y Francisco parecían estar en la parte de esa luz que se elevaba hacia el Cielo y yo en la que se esparcía sobre la tierra. Enfrente de la palma de la mano derecha de Nuestra Señora, estaba un corazón rodeado de espinas que parecían estar clavados. Comprendimos que era el Inmaculado Corazón de María, ultrajado por los pecados de la humanidad, que quería reparación.»
Memórias da Irmã Lúcia I. 14.ª ed. Fátima: Secretariado dos Pastorinhos, 2010, p. 175-176 (IV Memória); a secção entre parênteses retos inclui o acréscimo indicado pela Irmã Lúcia na sua carta de Tuy de 17 de dezembro de 1927: cf. Memórias da Irmã Lúcia I, p. 175, nota 14.
- Lugar: Cova da Iria
- Fecha: 13 de Julio de 1917
- Personas presentes: entre 4.000-5.000 ó 2.000-3.000
«– ¿Usted qué quiere de mí?
– Quiero que vengan aquí el día 13 del mes que viene, que continúen rezando el rosario todos los días, en honor de Nuestra Señora del Rosario, para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra, porque solo Ella os puede ayudar.
– Quería pedirle que nos dijera quién es, y que haga un milagro para que todos crean que usted se nos aparece.
– Continúen viniendo aquí todos los meses. En octubre diré quién soy, lo que quiero, y haré un milagro que todos podrán ver, para creer.
[– Tengo aquí una petición para que usted convierta a una mujer de Pedrógão y una de Fátima y mejore a un niño de Moita.
Ella dijo que las convertía y mejoraba en un año.]– Hagan sacrificios por los pecadores y decid muchas veces y en especial cuando hagáis algún sacrificio: “Oh Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María”.
Al decir estas últimas palabras, abrió de nuevo las manos, como en los dos meses anteriores.
El reflejo pareció penetrar en la tierra y vimos como un gran mar de fuego. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fueses brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana, que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían junto con nubes de humo, cayendo por todos los lados, semejante al caer de las chispas en los grandes (incendios), sin peso ni equilibrio, entre giros y gemidos de dolor y desesperanza que horrorizaba y hacía estremecer de pavor (¡Debió ser al enfrentarme con esta imagen que di ese grito ahí! Dicen haberme oído). Los demonios se distinguían por formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes como carbones negros en la brasa. Asustados y como pidiendo socorro, levantamos las vista hacia Nuestra Señora, que nos dijo con bondad y tristeza:
– Visteis el infierno, a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os diga, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a acabar. Pero, si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo de sus crímenes, por medio de la guerra, de hambre y de persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre.
Para impedirla vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora en los primeros sábados. Si atienden mis peticiones, Rusia se convertirá y tendrán paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas. Por fin Mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal se conservará siempre el dogma de la Fe.
(Después de las dos partes que ya expuse, vimos en el lado izquierdo de Nuestra Señora, un poco más alto, un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; al brillar, despedía llamas que parecían que iban a incendiar al mundo; pero se apagaban con el contacto del brillo que de la mano derecha expedía Nuestra Señora a su encuentro: el Ángel apuntando con la mano derecha hacia la tierra, con voz fuerte dijo: “¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!” Y vimos en una luz inmensa que es Dios algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando le pasa por delante un Obispo vestido de Blanco; tuvimos el presentimiento de que era el Santo Padre. Varios otros Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas subir una escabrosa montaña, en lo alto de la cual estaba una gran Cruz de troncos toscos como si fueran de corcho con la cáscara; el Santo Padre, antes de llegar ahí, atravesó una gran ciudad medio en ruinas, y medio tambaleante, con andar vacilante, desconsolado de dolor y pena, iba orando por las almas de los cadáveres que se encontraba por el camino; llegando a lo alto del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz, fue asesinado por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros y flechas, y así mismo fueron muriendo unos tras otros los Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y varias personas seglares, caballeros y señoras de varias clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz estaban dos Ángeles cada uno con una regadera de cristal en la mano, en ellas recogían la sangre de los mártires y con ella regaban las almas que se aproximaban a Dios.)
Esto no se lo digáis a nadie. A Francisco, sí, podéis decírselo.
Cuando rezáis el rosario, decid después de cada misterio: “Oh Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas“.
Se siguió un instante de silencio y pregunté:
– ¿Usted no quiere nada más de mí?
– No. Hoy no quiero nada más.»
Memórias da Irmã Lúcia I. 14.ª ed. Fátima: Secretariado dos Pastorinhos, 2010, p. 176-177 (IV Memória); a secção entre parênteses retos consta do interrogatório do pároco, de 14 de julho de 1917, em Documentação Crítica de Fátima, vol. I. Fátima: Santuário de Fátima, 1992, p 13-15; a secção entre chavetas constitui a célebre terceira parte do segredo de Fátima (Memórias da Irmã Lúcia I, p. 213).
- Lugar: Valinhos
- Fecha: 19 de Agosto de 1917
- Personas presentes (el día 13): entre 15.000-18.000, aunque algunos escritos hablan de apenas 5.000
«– ¿Qué es lo que usted quiere de mi?
– Quiero que continuéis yendo a Cova de Iria el día 13, que continuéis rezando el rosario todos los días. En el último mes, haré un milagro para que todos crean.
– ¿Qué es lo que usted quiere que se haga con el dinero que el pueblo deja en Cova de Iría?
– Hagan dos andas: una llévala tú con Jacinta y otras dos niñas, vestidas de blanco; la otra la lleva Francisco con tres niños. El dinero de las andas es para la fiesta de Nuestra Señora del Rosario y lo que sobre es para la ayuda de una capilla que mandaré construir.
– Quería pedirle la cura de algunos enfermos.
– Sí, a algunos curaré durante el año.
Y tomando un aspecto más triste:
– Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, que van muchas almas al infierno por no haber quién se sacrifique y pida por ellas.»
Memórias da Irmã Lúcia I. 14.ª ed. Fátima: Secretariado dos Pastorinhos, 2010, p. 178-179 (IV Memória); a secção entre parênteses retos consta do interrogatório do pároco, de 27 de agosto de 1917, em Documentação Crítica de Fátima, vol. I. Fátima: Santuário de Fátima, 1992, p. 17.
- Lugar: Cova da Iria,
- Fecha: 13 de Septiembre de 1917
- Personas presentes: entre 20.000-30.000
«– Continúen rezando el rosario a Nuestra Señora del Rosario, todos los días, [que abrevie ella la guerra] para alcanzar el fin de la guerra, [que la guerra está acabando]. En octubre vendrá también Nuestro Señor, Nuestra Señora de los Dolores y del Carmen, S. José con el Niño Jesús para bendecir al Mundo. Dios está contento con vuestros sacrificios, pero no quiere que durmáis con la cuerda; traerla solo durante el día.
– Me han hecho muchas peticiones para que le pida muchas cosas: la cura de algunos enfermos, de un sordomudo.
– A algunos curaré, a otros no, [porque no confían en Nuestro Señor]. En octubre haré el milagro para que todos crean.
[– El pueblo quiere mucho una capilla aquí.
– [De] la mitad del dinero que junten hasta hoy hagan dos andas y donen esto a la Señora del Rosario; la otra mitad que sea para la ayuda de la capilla.
Le ofrecí dos cartas y un bote con agua de colonia.
– Me dieron esto, si usted lo quiere.
– Eso no es conveniente para llevar al Cielo.]»
Memórias da Irmã Lúcia I. 14.ª ed. Fátima: Secretariado dos Pastorinhos, 2010, p. 179 (IV Memória); as secções entre parênteses retos constam do interrogatório do pároco, de 15 de setembro de 1917, em Documentação Crítica de Fátima, vol. I. Fátima: Santuário de Fátima, 1992, p. 21-22.
- Lugar: Cova da Iria,
- Fecha: 13 de Octubre de 1917
- Personas presentes: entre 50.000-70.000
«– ¿Qué es lo que usted quiere de mi?
– Quiero decirte que hagan aquí una capilla en mi honor, que soy la Señora del Rosario, que continúen siempre rezando el Rosario todos los días. La guerra acabará y los militares volverán en breve a sus casas.
– Yo tenía muchas cosas para pedirle: si curaba a unos enfermos y si convertía a unos pecadores, etc.
– A unos sí, a otros no. Es necesario que se enmienden, que pidan perdón por sus pecados.
Y tomando un aspecto más triste:
– ¡No ofendan más a Nuestro Señor que ya está muy ofendido! {Si el pueblo se enmienda, acabará la guerra y, si no se enmienda, acabará el mundo.}
[– ¿Aún quiere alguna cosa más de mi?
– Ya no quiero nada más.]
Y, abriendo las manos, las hizo reflejar en el Sol. Y mientras se elevaba, continuaba el reflejo de su propia luz proyectando en el Sol.
[…]Desaparecida Nuestra Señora en la inmensa distancia del firmamento, vimos, al lado del sol, a S. José con el Niño y Nuestra Señora vestida de blanco, con un manto azul. San José con el Niño parecían bendecir al mundo, con los gestos que hacían con la mano en forma de cruz. Poco después, desvanecida esta aparición, vi a Nuestro Señor y a Nuestra Señora que me hacía pensar que se trataba de Nuestra Señora de los Dolores. Nuestro Señor parecía bendecir al mundo de la misma manera que San José. Se desvaneció esta aparición y me pareció ver aún a Nuestra Señora en la forma de Nuestra Señora del Carmen.»
Memórias da Irmã Lúcia I. 14.ª ed. Fátima: Secretariado dos Pastorinhos, 2010, p. 180-181 (IV Memória); a secção entre parênteses retos consta do interrogatório do pároco, de 16 de outubro de 1917, em Documentação Crítica de Fátima, vol. I. Fátima: Santuário de Fátima, 1992, p. 24, e a secção entre chavetas do interrogatório do Dr. Formigão, em Documentação Crítica de Fátima, vol. I, p. 142.
- Lugar: Cova da Iria,
- Fecha: 15 de Junio de 1921
- Contexto: Víspera de la salida de Lucía hacia el asilo de Vilar
D. José se encontró por primera vez con Lucía alrededor de 1920-1921, y la interrogó acerca de los acontecimientos. Le propuso abandonar Fátima para ir a Porto, porque allá aún no era conocida.
Del diario de la Hermana Lucía:
«De nuevo, en Fátima, guardé inviolable mi secreto. Pero la alegría que sentí al despedirme del Señor Obispo, duró poco tiempo. Me acordaba de mis familiares, de la casa paterna, de Cova de Iria, Cabeço, Valinhos, del pozo… y ¿ahora dejar todo, así, de una vez para siempre? ¿Para ir no sé muy bien hacia dónde…? Dije al Sr. obispo que sí, pero ahora voy a decirle que me arrepentí y no quiero ir allá.»
Estaba en esa lucha cuando fue a Cova de Iria:
«Así solícita, una vez más descendiste a la tierra, y fue entonces cuando sentí Tu mano amiga y maternal tocarme en el hombro; levanté la mirada y Te vi, eras Tú, la Madre bendita dándome la mano e indicándome el camino; Tus labios apretados y el dulce timbre de tu voz restituyó la luz y la paz en mi alma:
“Aquí estoy por séptima vez, sigue el camino por donde el Señor Obispo te quiere llevar, esa es la voluntad de Dios.”
Repetí entonces mi «sí», ahora bien, más consciente del que dije el día 13 de mayo de 1917 y mientras te elevabas de nuevo hacia al Cielo, como una mirada, me pasó por el espíritu toda la serie de maravillas que en aquel mismo lugar, hacía apenas cuatro años, se me habían dado a contemplar.»
Boletim Bem-aventurados Francisco e Jacinta. Fátima: Postulação de Francisco e Jacinta Marto, janeiro-março 2006.